lunes, 27 de julio de 2015

Custodias Territoriales

Estrechar las manos, significa llegar a acuerdos
La custodia del territorio es un tema en el que me he adentrado hace relativamente poco. Siempre me ha interesado y lo tenía pululando por mi cabeza hasta que por casualidad vi el proyecto Tejiendo Redes para la custodia del territorio en España, y me decidí a hacerlo.

Para mí la Custodia, se traduce en personas que cuidan la tierra de una forma coordinada y colaborativa, tejiendo efectivamente redes sociales que, respetando a quienes vivieron en ella y escuchando cómo lo hacían y por qué, facilitan el camino de la recuperación y el desarrollo a través del respeto al uso, a la tradición y a la naturaleza. (Este divertido vídeo lo explica muy bien)

 
Pienso que es una herramienta muy eficaz a la hora de analizar las necesidades ecológicas, sociales, históricas y culturales de una zona singular o de especial interés en alguna de las variables mencionadas, y mediante acuerdos voluntarios entre propietarios y entidades de custodia, apoyarles en la conservación o la recuperación de estas zonas.
El punto fuerte de la Custodia es que implica a personas propietarias y usuarias de tierras en la conservación de estas y va más allá, ya que de forma indirecta se pretende implicar en la conservación a toda la sociedad que rodea a esas tierras, incluyendo su cultura y su herencia histórica.

En resumen los Acuerdos de Custodia son pactos voluntarios para la conservación de la naturaleza y el paisaje, entendiendo estos dos como parte simbiótica de culturas normalmente rurales, pero que podrían llevarse a otros lugares.

Las iniciativas pueden ser múltiples; preservar especies concretas, como puede ser el caso del oso o el urogallo. Restaurar o recuperar áreas de interés natural, promover el aprovechamiento sostenible de recursos naturales, conservar elementos singulares, o evitar la pérdida de elementos y usos tradicionales que son a su vez conservadores de la biodiversidad, como se podía ver en El saber que ocupaba un lugar.

Los tipos de Custodia pueden ser de diferente naturaleza; custodia marina, custodia fluvial, custodia agraria, custodia urbana...

No quiero extenderme más como si esto fuera un manual, muy al contrario prefiero ir dejando enlaces como miguitas de pan en el camino, para que cada persona encuentre aquel que más guste o se adapte a lo que  este artículo pudiera sugerirle. 
Os propongo que os intereséis por las entidades de Custodia que pueda haber cerca de vosotros, puede que tengáis un tesoro cultural, o paisajístico cerca y ni siquiera lo sabíais.

En el programa El Escarabajo Verde, tienes una visión general de lo que es la Custodia en las zonas donde se está llevando a cabo y donde es inminente que lo haga.

El MAGRAMA, tiene una página dedicada a la Custodia, si te interesa pásate por ella.

Aquí tienes la página que engloba a todas las Redes de Custodia del Territorio, para que no te pierdas nada.

Y si quieres oír un programa al que yo tengo especial cariño, por la forma en que crean y conducen el programa, adéntrate en "El bosque habitado de Radio 3", hay varios programas dedicado a la custodia:
Custodia del territorio (27/10/2013) Una hora.
Acuerdos de custodia del territorio (04/11/2013) 13:30 min
Custodia del territorio (02/03/2014) 59:05 min
Otros programas con custodias específicas


lunes, 6 de julio de 2015

El Saber que Ocupaba un Lugar. Conocimientos Tradicionales relativos a la Biodiversidad


Portada del Inventario Español de los Conocimientos Tradicionales relativos a la Biodiversidad
“A todas las personas de nuestros pueblos
que han hecho posible este libro al ofrecer generosamente
sus conocimientos y tiempo sin pedir nada a cambio”



Es un gusto encontrar libros que recojan los conocimientos de las zonas rurales antes de que se pierdan. Viendo la foto de portada y según la idea que a los urbanitas nos envuelve, una piensa que se va a encontrar con un manual de cestería, o de labores preciosistas de esas que te llevas de recuerdo de los pueblos pintorescos, y que realmente para ti, no significan nada más allá del recuerdo de un viaje.

Este inventario lleva mucho más allá, lleva a preguntarnos, por qué una tierra con esa riqueza cultural y esas posibilidades es mirada por encima del hombro de los edificios de las ciudades, y qué falta para que se pueda aprovechar esos recursos en bien de la zona y de quienes la habitan.

Para empezar, creo que hubo un error de concepto en cuanto a que al campo se le intentó convertir en ciudad dándole una mano de cemento y haciendo crecer bloques de pisos para aparentar lo que no se era. Esto le pasó a Leganés, mi ciudad, que pasó de ser un pueblo de cereal, huertas, con sus ovejas y pastores, que aún hoy, recorren el poco campo que les hemos dejado en la zona de Leganés Norte, para convertirse en dos décadas como mucho, en una superciudad dormitorio prendida de múltiples cordones umbilicales de Madrid. Pero las que aquí vivimos, hemos perdido toda la cultura que aquí pudiera haber cuando Leganés era campo.

Pero hoy me refiero a otros pueblos, los que no dieron ese paso hacia la transformación mencionada y tienen otras, muchísimas virtudes en forma de recursos, minerales, de fauna, de plantas silvestres de múltiples usos, y de una cultura campesina que sabía observar y entender el medio en el que vivía de una forma lógica, y verdaderamente sustentable.

Una de las cosas que más importante me parece de este tratado, es que tanto los usos, como la cultura y la forma de vida que acompañan a los pueblos rurales, son "sostenibilidad real" y no de manual. En todos ellos lo que prima es la utilización de los recursos que se tiene más a mano, respetando sus ciclos y sus explotaciones para que se reproduzcan una y otra vez. Al igual que sus basuras y desperdicios, eran reciclados para ser reutilizados en la propia zona. 

Estamos de acuerdo en que hay que revivir al mundo rural, pero no cono los códigos de la cultura de los espacios urbanos, porque entonces surgen sin sentidos como el ir por el campo y encontrarte las bolsitas de los excrementos caninos esparcidos y encerrados en ellas de por vida. No son los mismos códigos, así que no podemos utilizar los estándares urbanos para revitalizar al campo. Si es necesaria la relación entre ambos, pero reconociéndose como culturas diferentes.

El sentido de la observación y el sentido común guiaban el funcionamiento agroecológico del pueblo.  El trasladar la cultura del consumismo al campo trae resultados de quiebra tanto de los ecosistemas, como de las sociedades. Un ejemplo de esto es la recolección ilegal de ciertas plantas para usos medicinales que sin respetar los ciclos y la renovación de aquellas, casi las hace desaparecer. 

Esto, pienso yo, que está producido porque hay un amplio conocimiento de la cultura urbana, y muy poco de la rural, haciendo aquella de menos a esta, y es que en muchas ocasiones se ha querido desarrollar el campo convirtiéndolo en ciudad, en lugar de aprovechar las tecnologías para adaptarlas a los usos y los ritmos del campo.  Lo ideal sería que se implementase aquello que le hacía el trabajo más fácil, en la cultura propia rural  y con los conocimientos heredados de antaño.

Libros como este no deberían estar en los cajones, sino en pequeñas bibliotecas de zonas rurales donde niños y niñas aprendieran lo que hacían sus mayores, dejándoles amarlo como propio, y así lo reproducirían  mejorado o variado pero por sus propios códigos, y no por los ajenos.

 Este libro rescata una línea de comunicación de los usos pasados que pueden ser utilizados en el presente siendo viables y sostenibles. Es un cesto de posibilidades para las zonas rurales ya que cumple tres objetivos, rescata una memoria cultural útil y efectiva y la dignifica. Si se está atento, da ideas de nichos de negocio en el campo de una forma sostenible, y revitaliza social y ecológicamente al campo, volviendo a cerrar ciclos de renovación y revitalización en una cultura de tradiciones diferentes a la urbana.

Recomiendo la lectura del Capítulo Ecosistemas dedicados a la Dehesa de Tentudía y la Marisma de Doñana. Creo que es la mejor inmersión en estos dos lugares, sin haber estado allí por su valoración de el trabajo conjunto de la sociedad rural con los ecosistemas.